Con este artículo, Diego Salas da respuesta y seguimiento a la opinión de Lalo Santos que fue publicada el día 8 de marzo del 2016 en este mismo blog. El artículo de Lalo Santos que generó esta reflexión puede ser consultado haciendo clic aquí.
Como señaló Lalo Santos, es onanismo social pensar que con marchar habremos cumplido con nuestra misión redentora por la educación pública.
Creo que invadir el paso vehicular resulta inútil si creemos que esta estrategia es el punto central de presión política. Por lo menos desde el sexenio de Felipe Calderón quedó patente la inmunidad de la clase política a las marchas y manifestaciones, particularmente con las movilizaciones contra la desaparición de Luz y Fuerza del Centro y las megamarchas por la paz, que tuvieron poco impacto en el destino del país.
Desde el sexenio de Felipe Calderón quedó patente la inmunidad de la clase política a las marchas y manifestaciones
No obstante, la relevancia mediática de estas estrategias resulta indiscutible. A pesar de todas las aseveraciones que hizo la misma rectora de la Universidad Veracruzana (UV), Sara Ladrón de Guevara, en meses anteriores, hoy la UV promueve una denuncia penal y una marcha en contra del gobierno del estado de Veracruz. Se trata de una declaración de guerra. Deberíamos capitalizar esta coyuntura mediante distintas acciones para las que estamos capacitados los miembros de la comunidad universitaria: producir crónicas y reportajes que den cuenta cabal de la situación en una realidad local, regional, nacional e internacional; diseñar «apps» orientadas a la distribución de contenidos vinculados a la corrupción del gobierno en curso; cortometrajes, canciones, standups, ensayos o cualquier otra cosa que nuestra formación como universitarios nos permita producir y canalizar a través de todos los medios que darán cobertura a este conflicto en los próximos meses. Si nada de esto ocurre, si no proporcionamos contenidos relevantes al aparato mediático, la nota se enfriará en un mes, tiempo suficiente para que los partidos políticos agresores recuperen votantes de cara a las elecciones, y entonces habremos perdido.
La UV promovió una denuncia penal y convoca a una marcha en contra del gobierno del estado de Veracruz. Se trata de una declaración de guerra.
Entonces, ¿qué es lo que está en juego? De entrada, el pago de la deuda con la Universidad Veracruzana, el respeto a su autonomía y la garantía de pago a los pensionados por parte de quienes son responsables de ello. Pero esta batalla también definirá el papel de la universidad pública en la distribución del poder político. Si la UV logra el pago de la deuda, o cataliza por lo menos la renuncia de Javier Duarte a escasos meses de las elecciones estatales, estará mandando una señal de humo sobre la fuerza que tienen las instituciones educativas en la conducción de las políticas regionales. Aunado a eso, hay que recordar que uno de los candidatos independientes para la presidencia de la república en 2018 es el exrector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente. Si la UV obtiene lo que quiere total o parcialmente, evidenciará algo que desde los movimientos estudiantiles de 1971 parecía perdido: que la red de universidades públicas del país representa un motor político igual o más potente que el de los propios partidos; que la universidad pública es un poder social que se fundamenta en la credibilidad de demostrar mediante auditorías y acreditaciones constantes que es una institución que sí funciona para lo que fue creada, a diferencia de otras instituciones, como los partidos políticos.
Si logramos nuestro cometido, estaremos mandando una señal de humo sobre la fuerza que tienen las instituciones educativas en la conducción de las políticas regionales.
Por supuesto, también está en juego la relección de la rectora Sara Ladrón de Guevara el próximo año. El asunto catapultaría su popularidad dejando atrás la medianía y tibieza con la que se condujo durante los primeros dos años de su gestión. Pero este asunto podemos cobrárselo en la casa.
Dicen que en realidad estamos peleando la quincena, pero hay algo más, en el fondo hay algo más: la esperanza de que por fin los actores de la vida política se redefinan, y entonces sí, las cosas comiencen a cambiar para todos.
Diego Salas